Los padres que no están afectados por el síndrome de Marfan pueden, de todos modos, sentirse responsables de que su hijo tenga dicho trastorno médico, a pesar de que obviamente, no fue un acto intencionado o tan siquiera evitable. Inicialmente, los padres pueden sentirse aturdidos y luego sentirse enojados y tristes. El padre que tiene síndrome de Marfan puede sentirse todavía más responsable, particularmente si él o ella eran conscientes del riesgo de que sus hijos pudieran heredarlo.